La progresiva inserción de China en la globalización comercial desde los años 80 ha convertido al país asiático en la potencia económica más importante del mundo, colocándose desde entonces a la cabeza junto a Estados Unidos. El “made in China”, hasta ahora símbolo fuertemente ligado a las exportaciones de bajo valor añadido, está experimentando un profundo cambio que ya está empezando a situar a la economía China en las primeras posiciones en desarrollo tecnológico y en las cadenas globales de valor.
China a la cabeza del cambio hacia la alta tecnología
Durante los últimos cuarenta años, el crecimiento económico de China ha sido el mayor de la historia moderna, llegando a multiplicar su PIB por 75, lo que le ha permitido regresar a la cima de las potencias económicas mundiales. Este patrón de desarrollo se ha basado en altas tasas de ahorro e inversión y una elevada dependencia de las exportaciones de bajo valor añadido, pero sirvió para romper la brecha tecnológica con el resto del mundo. La fuerte necesidad de conocimientos técnicos se consiguió de forma rápida y barata abriéndose a la cadena de producción mundial, ya que los muy inferiores salarios chinos aceleraron el proceso de deslocalización de la producción de las empresas multinacionales occidentales, además de aumentar la inversión extranjera. En definitiva, una estrategia con la que China logró la transferencia de tecnología por grandes compañías y se convirtió en la fábrica del mundo.
Sin embargo, este método ha generado graves problemas estructurales: la elevada tasa de contaminación, el fuerte aumento de la desigualdad social o los problemas de sobrecapacidad son algunos síntomas de que el modelo de crecimiento chino está perdiendo impulso. Conscientes de la necesidad de un cambio estructural, los dirigentes chinos ya están enfocando su economía hacia el consumo interno, el impulso de la industria de alto valor añadido y la independencia tecnológica para lograr un crecimiento más lento pero de mayor calidad. El plan, iniciado en 2015, recibe el nombre de “Made in China 2025” y pretende convertir al país asiático en el líder en la producción de bienes de alta tecnología, ocupando las primeras posiciones en los sectores de telecomunicaciones, ferrocarriles, energía eléctrica, robótica o vehículos de nueva energía.
Transpaletas eléctricas MB Forklift, ejemplo del repunte tecnológico en China
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